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Juzgada por desacreditar a una profesora ante los padres de sus alumnos vía WhatsApp


el peligro de whasap

Los descalificativos realizados, que carecían de pruebas y veracidad, han terminado desencadenando una imputación de 1.095 euros de multa a la madre autora de los descalificativos.

Debemos de ser conscientes de lo que decimos, de cómo lo decimos, y de dónde lo decimos, ya que las redes sociales no perdonan y nos pueden hacer responsables de nuestros actos… o de nuestras palabras. Una prueba fehaciente de ello ha sido lo ocurrido por parte de la madre de un alumno del colegio plurilingüe de Carrasqueira, en Vigo, que ha llegado a ser acusada por injuriar a su profesora en la resolución del juicio que se ha desarrollado esta misma semana.

Lo que se dice en Internet, permanece en Internet.

En 2016, la madre del citado alumno escribió en el grupo de padres del colegio varios mensajes en el que llegaba a acusar de forma realmente grave a una de las profesoras, denunciando “lo que estaba llegando a sufrir su hijo”. “La profesora se dedica a zarandearlo de malas formas, a tirarle del brazo, se burla de él, le tira las fichas del puzle al suelo, le come el bocadillo. Con esto os quiero decir que controléis a vuestros hijos, que les preguntéis por esa individua, y si pasa con alguno más tenemos que hacer fuerza entre todos y plantarle cara”, llegaba a mencionar la madre por las redes sociales, asegurando que su hijo iba con miedo a clase.

Cuando las acusaciones llegaron hasta la dirección del centro, los directores citaron a la acusada para pedirle explicaciones sobre estas acusaciones de carácter tan grave y llegar al fondo del asunto. Ante estos acontecimientos, la madre llegó a asegurar desde el primer momento que no era su intención y que se comprometería a retractarse, mandando un mensaje en donde pedía perdón por enviar los citados comentarios de carácter poco verídicos por el grupo.

Las resoluciones del Juicio

Cuando la madre se sentó el pasado 4 de abril en el Juzgado de lo Penal de Vigo, aseguró que creyó cuando su hijo le comentó ciertos comportamientos de la profesora “porque era lo que él le contaba y no le pareció grave decirlo” y que no era su intención la de ofender.

Ya a sabiendas que lo de comer bocadillos se trataba de un mero juego, aseguró que “Iba a preguntar a más padres si esto les ocurría a otros niños, si la profesora los zarandeaba o les comía el bocadillo”. Pero la realidad es que en ningún momento llegó a conversar con la profesora citada hasta la reunión que tuvo lugar entre ella y la directora, pidiéndole disculpas por sus acusaciones.

El fiscal ha comunicado que se trata de un delito de injurias que si bien se disponía a fijar una multa de 1.095 euros, ésta se ha visto reducida a un total de 545 euros debido a que la madre, exalumna del mismo colegio, es una mujer desempleada que no cuenta con ningún tipo de ayudas sociales, por lo que se rebajó la imputación debido a sus bajos ingresos.

Por parte de la docente, se recordó que no existían quejas previas contra ella y que se la conocía por ser una profesora estricta, que trataba a los alumnos como adultos, que exigía responsabilidades, pero que los resultados habían sido realmente satisfactorios. Incluso algunos de los padres, cuando llegaron a leer los wasap de la madre, acudieron directamente a la dirección debido a la gravedad de las acusaciones, llegando a mencionar que lo correcto habría sido que la propia madre fuera a pedir explicaciones a la dirección y hablar de froma pacífica con la profesora de su hijo, quién se ha considerado que acudía al colegio “superfeliz” y “superintegrado”, por lo que no existe motivo para pensar que el trato con el citado menor haya sido injusto o vejatorio por parte de la profesora.

Todo ello pilló por sorpresa a la docente

Por otro lado, la profesora cuestionada, que ya lleva enseñando 9 años en el colegio y lleva en la docencia desde 1985, mencionó en el juicio las consecuencias de las palabras con las que fue acusada. “En tan sólo cinco minutos, se ha roto la magia creada en clase con los niños. Les cortaron las alas”, aseguró.

En lo que respecta a sus técnicas pedagógicas, expuso que ella hacía uso del juego del monstro de las galletas en las sesiones en los que los alumnos tomaban su merienda como una forma de propulsar y conocer más a fondo los sentidos del alumnado, tales como el tacto o el olfato. Pero tras estas acusaciones, el villano pasó a ser ella para los niños, llegando a ser perseguida por los pasillos como “el monstruo del chorizo”, sintiéndose injustamente infravalorada por lo que ella consideró que se trataban de calumnias y que esto no podía pasar desapercibido.

Por otra parte, asegura que jamás ha tratado de forma violenta o injusta a las chicas y chicos que asisten a sus clases, ya que con respecto a lo de tirarle los puzles al suelo, es algo común en sus clases trabajar con los pequeños en el suelo.

Una vez más, observamos como las redes sociales deben ser usadas con responsabilidad, pudiendo resultar una peligrosa herramienta en nuestras manos. En este mismo caso, se puede denotar la importancia que posee la comunicación de forma personal y el peligro que supone sacar conclusiones precipitadas por la falta del diálogo entre dos individuos.

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